viernes, 2 de agosto de 2019

A la luz de los candiles




Como podréis comprender, el mes de agosto en Sevilla no es especialmente el más cómodo para realizar visitas culturales por culpa del calor y el sofoco.
Por ello, la agenda cultural sevillana tiende a amoldarse a las circunstancias y en los últimos tiempos, se ha multiplicado el número de actividades que se hacen a lugares emblemáticos de la ciudad por la noche, cuando las temperaturas ofrecen una tregua.

Entre ese abanico de visitas del que disponemos, había una que especialmente llamaba mi atención por su curiosidad y esta misma semana pude por fin disfrutarla.
Y a fe mía que merece la pena...

Estoy hablando de las visitas nocturnas que organizan Engranajes Culturales y la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla con el nombre de "A la luz de los candiles", ya que la actividad se realiza a partir de las 22 horas y sólo bajo la pequeña iluminación de unas linternitas con forma de candil que aumentan aún más las sensaciones durante todo el recorrido del llamado Hospital de la Caridad, sede de esta Hermandad.
La idea de los organizadores es que experimentemos exactamente las mismas sensaciones que las personas y artistas que durante el siglo XVII ocuparon y trabajaron en su interior, y la verdad es que se consigue por completo.
Dicho Hospital se encuentra en el barrio del Arenal, entre el río Guadalquivir y la Catedral.



Tras un breve resumen en el que se advierte de las normas a seguir durante la visita (nada del otro mundo, pues son muy sencillas de cumplir), el guía proporciona a los visitantes en el patio los famosos candiles que serán nuestra única iluminación durante la actividad (tranquilos, que no da ningún yuyu)
La Hermandad de la Caridad, fundada en el siglo XV, se dedicaba principalmente a atender a aquéllos de los que normalmente nadie se preocupa, novedad para esa época, los muertos. En una gran ciudad como la Sevilla de aquellos tiempos, era muy elevado el número de pobres y personas sin nada, que en los años de inundaciones del Guadalquivir o de epidemias de peste, quedaban sin enterrar; la Hermandad se encargaba de forma desinteresada y voluntaria de realizar esa incómoda tarea.

Pero todo cambia con la llegada a la Hermandad, en la segunda mitad del siglo XVII, de don Miguel de Mañara, que apenas un año después de entrar en la misma, se convirtió en su Hermano Mayor.
Este destacado miembro de la sociedad sevillana, rico y poderoso, con tierras e importantes cargos políticos, tras una serie de trágicas vicisitudes familiares (quedó viudo y perdió varios hermanos en muy poco tiempo) dio un vuelco a su vida y decidió entregarse en cuerpo y alma a su "nueva familia".



Rediseñó por completo a la Hermandad, ampliando sus obligaciones (ayudar no sólo a los difuntos, también a todos aquellos que necesitaran algo), otorgándole unas nuevas reglas a seguir y sobre todo, dotarle de un edificio y de todo un programa iconográfico a la altura de las ambiciosas tareas de la misma.
Mañara consiguió así dar forma a uno de los edificios más importantes del Barroco andaluz y español, empleando la mayor parte de su fortuna personal para lograrlo.
No se escatimó en el esfuerzo y se contrataron grandes artistas para decorar el templo....Podemos disfrutar así del maravilloso retablo de Pedro Roldán, las famosas pinturas tenebrosas de Valdés Leal y su idea universal del "tempus fugit"o el conjunto de ocho cuadros que Murillo pintó aunque sólo se conservan cuatro originales por culpa del saqueo cometido por los franceses durante la ocupación napoleónica.




Disfrutar de todo eso y sólo bajo el candor de unas tenues luces, aumenta la sensación de la experiencia y nos transporta hasta el mismo siglo XVII, todo ello además aderezado con unas explicaciones bastante completas e interesantes.

La visita incluye igualmente el coro, la sala de reuniones de la Hermandad (la mantienen tal cual la tenían en los tiempos de Mañara), el antiguo hospital y la biblioteca.

A destacar en los pasillos de la planta superior los retratos de hermanos ilustres, entre los que encontramos a Carlos II el Hechizado, a la reina Isabel II o los duques de Montpensier.

En definitiva, una actividad altamente recomendable que merece la pena, por el contenido, la belleza del edificio y sus obras, las explicaciones de un guía que resultó de lo más encantador, por saber que la mitad de lo que recaudan en entradas se destina a la caridad y por comprender a una de las figuras más importantes del Barroco sevillano como fue don Miguel de Mañara.





Ah,por cierto...Muchos creen que este sevillano ilustre fue tomado como modelo por Tirso de Molina para crear su mito de don Juan Tenorio, burlador de Sevilla.
Nada más lejos de la realidad y al parecer nada los relaciona; Mañara contaba tres años cuando Molina escribió su inmortal obra.
O bien nos encontramos ante un ejemplo de precocidad amorosa espectacular como nunca antes se ha visto,que todo puede ser...

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