lunes, 5 de agosto de 2019

Nuestro "día de la infamia"




Hace justo ahora 315 años se produjo la toma de Gibraltar por parte de la escuadra angloholandesa comandada por el almirante Rooke, o lo que es lo mismo, tuvo lugar nuestro particular "día de la infamia", como lo hubiera llamado F.D. Roosevelt.

Como bien es sabido, el asedio y conquista de este puerto español sito en el extremo sur de nuestra península transcurrió durante la llamada Guerra de Sucesión Española (1700-1714), conflicto en el que se decidió el futuro de la corona hispánica por parte de los Borbones franceses y la casa de Austria.

En dicho conflicto, holandeses y británicos se pusieron de parte del archiduque Carlos de Austria, por miedo a una excesiva influencia francesa en Madrid, por lo que no es de extrañar que éstos mandaran una potente escuadra, formada por 61 buques de guerra, a tomar posesión de un punto estratégico fundamental para el acceso al Mediterráneo.

Precisamente esto fue un factor clave; mientras el enemigo supo entender la importancia básica de este puerto para controlar el Mare Nostrum en unos tiempos en los que no existían ni la aviación, ni la navegación submarina ni el canal de Suez, los españoles jamás comprendieron la situación, y apenas 100 soldados, con el apoyo de 400 civiles defendían la plaza aquellos primeros días de agosto de 1704.

Visto el desequilibrio de fuerzas entre ambos bandos, hay que reconocer que los gibraltareños de entonces, obraron casi un milagro resistiendo unos días el ataque del enemigo.

El almirante Rooke decidió no romperse la cabeza planeando la estrategia y se limitó a confiar en la ventaja que le daban sus 4000 cañones contra los apenas 100 de los españoles.
El gobernador de la ciudad, Diego de Salinas, dividió a sus escasos hombres entre el llamado Muelle Viejo, al norte de la ciudad, y la Puerta de Tierra, situada en el istmo.


                                    Rooke vs. Salinas: demasiado desequilibrio

La lucha se inició con un acto de fuerza de los atacantes, que lanzaron una importante andanada de cañonazos para intimidar a los defensores; éstos respondieron con otra salva desde el castillo, por lo que Rooke decidió pasar a una acción más directa.
Unos 4000 angloholandeses desembarcaron en la actual Puente Mayorga pero antes de atacar, su almirante prefirió negociar una rendición, mandando diferentes cartas a la guarnición asediada.
Tras la negativa de la misma, los invasores deciden iniciar la conquista a través de un desembarco con lanchas cañoneras pero el fuerte viento y la resistencia tenaz de los defensores van aplazando la toma del puerto y la ciudad.


Pese a ello, los daños son cuantiosos y se opta por refugiar a los civiles en el Santuario de Nuestra Señora de Europa, actual Punta Europa, así como enviar mensajes pidiendo ayuda al Capitán General de Andalucía, aunque ésta no llegará nunca.

Por si fuera poco para complicar aún más la situación, un batallón de 100 voluntarios catalanes (recordemos que la corona de Aragón, Cataluña incluida, se puso de parte de los Austrias en esta contienda) tomaba tierra en la parte contraria del peñón, zona por ello conocida hoy como Catalan Bay.



A partir de aquí la defensa se hace insostenible, más aún cuando los civiles refugiados en Punta Europa caen en manos del enemigo; Salinas y el resto de autoridades optan por la rendición y garantizar así la seguridad de los rehenes.
Tras llegar al acuerdo de entregar la plaza, se determinó que oficiales y soldados podrían salir portando sus armas, pudiendo llevarse todo aquello que fueran capaces de cargar, así como los civiles salvo aquéllos que fueran de nacionalidad francesa, que fueron apresados.

Por todos es sabido, que la mayoría de la población gibraltareña, esperanzada en una pronta recuperación española de su ciudad, decidió no irse muy lejos, por lo que muy cerquita fundaron San Roque, desde donde aún 315 años después se ilusionan con el regreso al hogar de sus antepasados, enarbolando su lema de "Donde reside la de Gibraltar".




Apenas unas semanas después de perder el puerto, el bando borbónico reconoció su error al no haberle dado importancia a este punto estratégico e intentó recuperar el mismo mandando una flota francesa que fue detenida a la altura de Málaga.
Los dos grandes asedios que protagonizaron los primeros reyes Borbones españoles durante el resto del siglo, tampoco fueron afortunados y desde entonces, no hubo ninguna intentona más.

Al contrario, aprovechando su superioridad naval y determinados momentos difíciles en la política interna de nuestro país en los siglos siguientes, los británicos se hicieron aún con más terreno (llegando a construir un campo de aviación en terreno neutral) vulnerando lo acordado en el Tratado de Utrecht , que limitaba el comienzo del territorio anglosajón a Puerta Tierra.

En fin, que me temo que los sanroqueños aún deben armarse de mucha paciencia...




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